La esperanza y la cruz ancla

Según Santo Tomás de Aquino en la Suma Teológica I-II q. 40 a.1, «La esperanza es la confianza en un bien futuro, arduo pero posible».
La esperanza es la espera de un bien, y en esto difiere del temor, cuyo objeto es el mal.
La esperanza es de futuro, porque no se refiere al bien presente ya poseído, y en esto se diferencia del gozo.
La esperanza es de algo arduo y difícil de conseguir, y en esto se diferencia del deseo, que espera una cosa mínima fácil de conseguir inmediatamente.
La esperanza es de algo posible, porque nadie espera lo que es imposible de conseguir, y en esto se diferencia de la desesperación.

La Cruz Ancla

En la antigüedad se representaba a la esperanza con una cruz ancla. En las catacumbas de los primeros cristianos esculpían este símbolo de fe y esperanza.
El ancla evita el “naufragio espiritual” y da firmeza, solidez, tranquilidad y fidelidad. En medio de las tempestades de sensaciones y sentimientos del océano de las emociones, el ancla te mantiene estable. Te «sondea» en el presente, estabiliza las oleadas de emocionalidad. Te da paz. El ancla es Jesús.